Navidad: La palabra y la realidad

Por Henry Valdez Montero

Un profesor de Psicología de la Universidad Técnica de Munich en Alemania, les dió a sus estudiantes un examen de asociación de palabras, donde debían mencionar todas aquellas cosas que la relacionan. Les dijo que escribieran lo primero que les viniera a la mente tan pronto como él dijera cada una de las palabras. Por ejemplo, si decía «Familia», podían escribir «hijos» ó «padres», etc.

Entre tantas palabras propuesta por el profesor, una de ellas causó diversas reacciones y asociaciones sumamente interesantes, fue la palabra «Navidad».

Fue sorprendente que de la palabra que asociaron con la Navidad fueron: cohetes, fiesta, lechón asado, baile, licor, regalos, árbol, luces, comida, cena, viajes, etc. Entre todas las asociaciones no hubo ninguna referencia al perdón, la reflexión, a Jesucristo, a la felicidad, ni siquiera al nacimiento del niño en un pesebre.

En la República Dominicana, la época navideña es motivo de encuentros familiares, donde abundan los aguinaldos, sonrisas, abrazos, buenos deseos, el ambiente de fiesta en las calles, no faltan los tradicionales villancicos, lechón asado, pasteles en hoja, también se decora el árbol de Navidad.

El árbol de Navidad es un símbolo de uso universal, decorado con luces multicolores y considerado uno de los símbolos más hermosos y conocido de la Navidad, al igual que el pesebre que reproduce el nacimiento del niño Jesús, forman parte de los tradicionales adornos en los hogares dominicanos.

Según algunas leyendas, la celebración de la Navidad surgió para contrarrestar las fiestas paganas que se celebraban en el mes de diciembre. El 25 era sagrado no sólo para los romanos, sino también para el pérsico cuya religión de “Mithraism” era uno de los rivales principales del cristianismo de aquella época.

La Iglesia sin embargo, quería cambiar los rituales de la fiesta de Saturnalia (fiestas dedicadas al Dios Saturno) y los transfirió a la celebración de una Navidad Cristiana.

Es difícil precisar cuándo comenzó a celebrarse la Navidad tal cual la conocemos. Lo cierto es que las costumbres, mitos y leyendas que se le fueron sumando a lo largo de los siglos provienen de diferentes países.

La verdad es que muy poco de las cosas que hacemos hoy día en la navidad se asocia con lo espiritual ó el acercamiento a Dios. Muy pocas de nuestras actividades tienen alguna relación con lo divino. Muy pocos de nuestros pensamientos abordan lo religioso y la búsqueda de la verdadera felicidad.

Hablamos con vehemencia en contra del materialismo. Nos sorprendemos cuando alguien afirma que es ateo. Nos enojamos cuando alguna persona ridiculiza las cosas religiosas. Y sin embargo guardamos muy poca relación con lo espiritual.

Claro que de cuando en cuando vamos a la iglesia, quizás una vez al mes o hasta una vez a la semana ó tal vez una vez al año. Pero muchas veces lo hacemos para salir de una exigencia social. Desde luego que buscamos a Dios en los momentos de tragedia, pero esto también viene a ser un acto de último recurso, cuando no nos queda otra esperanza en la vida.

Mientras tenemos buena salud y disfrutamos de popularidad, fama y juventud, mientras nuestros amigos nos acogen y todo nos va bien, no buscamos seriamente a Dios. Así que aquellas asociaciones con la palabra «Navidad» revelan algo que se expresa en todas las facetas de nuestra vida.

Por lo tanto, la palabra Navidad debe ser parte de nuestro diario vivir, durante todo el año y de toda nuestras vidas y nuestros pensamientos.

La Navidad debe ser siempre en nosotros parte del menú de cada día, del que nos servimos y disfrutamos a diario, y si a valorarlo fuéramos debe ser el plato fuerte en nuestras vidas, por lo que la Navidad es:

TIEMPO DE PERDON Y RECONCILIACION

Toma la decisión valiente de perdonar y llenarte de amor. No olvides que es la vida quien suelta los nuditos que nos mantuvieron atados al pasado, cuando perdonamos desde el corazón. Perdónate a ti mismo, por los errores y las equivocaciones del pasado y levántate para comenzar un presente nuevo y renovado.

TIEMPO DE DAR

Abre tu corazón y déjate llevar por el espíritu amoroso de la navidad y comparte  un juguete, un plato de comida caliente, una visita,  una sonrisa, una acción amorosa y desinteresada dirigida a suavizar su condición de limitación, soledad, necesidad o dolor. Si tienes niños, acompáñate de ellos, cuéntales sobre tu iniciativa e invítalos a participar.

TIEMPO DE REFLEXION

Encuentra un espacio para la reflexión.  No te juzgues, ni presiones. Simplemente obsérvate, una vez que definas las áreas que vas a mejorar, asume el compromiso contigo mismo de cambiar o transformar ese hábito, esa actitud o esa creencia que te causa daño a ti, o a través de ti a otros.

TIEMPO DE CONECTAR CON LO DIVINO

Conéctate a la presencia de lo Sagrado dentro y fuera de ti.  No olvides que estás hecho de Espíritu Divino.  Muchas veces has sentido que el Señor Dios se ha alejado de ti… cuando en realidad lo que ha sucedido es que tú te has separado de El por algunas de las experiencias vividas con dolor o con confusión.  Conéctate de nuevo a su presencia y practica algunos momentos de recogimiento, oración y reflexión.

EPOCA DE AGRADECER

Haz una lista de todas aquellas personas que alguna vez hicieron algo especial por ti, aún a pesar de no haber hablado con ellas en mucho tiempo.  Elige un par de ellas y hazles una llamada para desearles una Feliz Navidad.

Que la navidad no sea una época del año, sinó que sea un día a día en tu vida y que siempre vivas la esencia del creador para ti, para tu vida y para el universo.

El autor es: Mercadólogo, economista y escritor; Master en Negocios y Relaciones Económicas Internacionales,
Maestro Universitario, Conferencista, Asesor financiero y columnista. Director de Marketing Radial y Banquero.

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